MARCELA ABEDRAPO:"LA MODERNIDAD QUE SE ASEMEJA A LA BARBARIE"
Hace bastante tiempo en la comuna de la Florida se murmura sobre un magno proyecto que cortaría la comuna en dos. Nuevamente una autopista de grandes dimensiones atravesaría el territorio produciendo una inevitable modificación profunda de los barrios y de la comunidad que los habita.
Los vecinos se preocupan, preguntan, sopesan los costos y beneficios, increpan al alcalde en audiencias públicas dando cuenta de las contradictorias acciones que ha llevado a cabo. Aún no aparece aprobado el proyecto, pero por mientras en los avisos publicitarios de los proyectos inmobiliarios de la precordillera anuncian a sus posibles compradores que se construirá en corto tiempo una carretera que en pocos minutos conectará con el centro de Santiago. La congestión de las horas punta de Avenida La Florida, provocadas por un aumento explosivo de la población carente de una planificación urbana sustentable, ya no sería un problema.
Hablamos de un proyecto en donde hay 1.200 millones de dolares involucrados, con contratos de licitación que incluyen a automotoras, sistemas licitados de mantención y cobro de peajes, vinculaciones con inmobiliarias y otras grandes cadenas de comercio y servicios, que aprovechan estas construcciones para ubicar estratégicamente los malls en medio de la ciudad. Frente a esto, los intereses de los vecinos e incluso de quienes ocuparan diariamente estas carreteras pasan a segundo plano, puesto que se nos dice que con el incremento poblacional inevitablemente la ciudad debe modernizarse para no colapsar y seguir perjudicando el medio ambiente por la polución que provocan miles de tubos de escape en suspenso. Sin embargo, ¿necesitamos más autopistas para mejorar el medio ambiente y nuestra calidad de vida?
Según investigaciones urbanísticas que datan de la década de 1960, las autopistas al interior de las ciudades no solucionan el problema de la congestión.# Es más, lo incentivan. Estos caminos que permiten a los vehículos trasladarse a altas velocidades surgen para conectar o conurbar espacios, que por el crecimiento y el desarrollo propio de cada localidad deben ser vinculadas entre sí, en pos del desarrollo de una determinada región o estructura mayor. Pero en espacios menores, provocan efectos adversos irreversibles y no ofrece una solución al problema de fondo. Se ha visto que en vez de disminuir la congestión, con las autopistas al interior de la ciudad, se han acrecentado.
Ya lo hemos visto con la construcción de Vespucio Sur. Una carretera de alta velocidad irrumpe en los barrios segregando físicamente e instando barreras psicológicas en las comunidades que quedan divididas, destruyendo áreas verdes, afectando la economía local, contaminando atmosférica, acústica y visualmente, mermando principalmente la salud de los niños y la tercera edad. Sólo por dar un dato relevante: se ha demostrado que los niños que viven a 500 mts. de las autopistas reducen su capacidad pulmonar para toda su vida. ¿Es para los vecinos un beneficio la carreterra?
Se ha constatado que la construcción de las carreteras tiene una relación proporcional con el aumento del parque automotriz, que hoy en Santiago supera con creces las recomendaciones mundiales para una ciudad. El diseño de las políticas oficiales que incentivan el uso del automóvil particular por sobre el transporte público, terminan por ahogar a una urbe limitando sus oportunidades de desarrollo.
Santiago necesita un sistema de transporte sustentable, limpio y cómodo para sus usuarios. No sirve la modernidad que se asemeja a la barbarie. Avenida La Florida debe contar con un metro subeterráneo, con estaciones adecuadas para que la población circundante pueda hacer uso de él, descongestionando desde Puente Alto hasta Macul, además de un sistema digno de buses públicos y construcción de ciclovías que desincentive el uso del automóvil. Esta es la única alternativa que puede dar real solución al problema de la congestión vial, dando oportunidades de desarrollo a los barrios, a la microempresa y a una mejor calidad de vida a quienes deben trasladarse largas distancias para acudir a sus lugares de trabajo.
Marcela Abedrapo.
Los vecinos se preocupan, preguntan, sopesan los costos y beneficios, increpan al alcalde en audiencias públicas dando cuenta de las contradictorias acciones que ha llevado a cabo. Aún no aparece aprobado el proyecto, pero por mientras en los avisos publicitarios de los proyectos inmobiliarios de la precordillera anuncian a sus posibles compradores que se construirá en corto tiempo una carretera que en pocos minutos conectará con el centro de Santiago. La congestión de las horas punta de Avenida La Florida, provocadas por un aumento explosivo de la población carente de una planificación urbana sustentable, ya no sería un problema.
Hablamos de un proyecto en donde hay 1.200 millones de dolares involucrados, con contratos de licitación que incluyen a automotoras, sistemas licitados de mantención y cobro de peajes, vinculaciones con inmobiliarias y otras grandes cadenas de comercio y servicios, que aprovechan estas construcciones para ubicar estratégicamente los malls en medio de la ciudad. Frente a esto, los intereses de los vecinos e incluso de quienes ocuparan diariamente estas carreteras pasan a segundo plano, puesto que se nos dice que con el incremento poblacional inevitablemente la ciudad debe modernizarse para no colapsar y seguir perjudicando el medio ambiente por la polución que provocan miles de tubos de escape en suspenso. Sin embargo, ¿necesitamos más autopistas para mejorar el medio ambiente y nuestra calidad de vida?
Según investigaciones urbanísticas que datan de la década de 1960, las autopistas al interior de las ciudades no solucionan el problema de la congestión.# Es más, lo incentivan. Estos caminos que permiten a los vehículos trasladarse a altas velocidades surgen para conectar o conurbar espacios, que por el crecimiento y el desarrollo propio de cada localidad deben ser vinculadas entre sí, en pos del desarrollo de una determinada región o estructura mayor. Pero en espacios menores, provocan efectos adversos irreversibles y no ofrece una solución al problema de fondo. Se ha visto que en vez de disminuir la congestión, con las autopistas al interior de la ciudad, se han acrecentado.
Ya lo hemos visto con la construcción de Vespucio Sur. Una carretera de alta velocidad irrumpe en los barrios segregando físicamente e instando barreras psicológicas en las comunidades que quedan divididas, destruyendo áreas verdes, afectando la economía local, contaminando atmosférica, acústica y visualmente, mermando principalmente la salud de los niños y la tercera edad. Sólo por dar un dato relevante: se ha demostrado que los niños que viven a 500 mts. de las autopistas reducen su capacidad pulmonar para toda su vida. ¿Es para los vecinos un beneficio la carreterra?
Se ha constatado que la construcción de las carreteras tiene una relación proporcional con el aumento del parque automotriz, que hoy en Santiago supera con creces las recomendaciones mundiales para una ciudad. El diseño de las políticas oficiales que incentivan el uso del automóvil particular por sobre el transporte público, terminan por ahogar a una urbe limitando sus oportunidades de desarrollo.
Santiago necesita un sistema de transporte sustentable, limpio y cómodo para sus usuarios. No sirve la modernidad que se asemeja a la barbarie. Avenida La Florida debe contar con un metro subeterráneo, con estaciones adecuadas para que la población circundante pueda hacer uso de él, descongestionando desde Puente Alto hasta Macul, además de un sistema digno de buses públicos y construcción de ciclovías que desincentive el uso del automóvil. Esta es la única alternativa que puede dar real solución al problema de la congestión vial, dando oportunidades de desarrollo a los barrios, a la microempresa y a una mejor calidad de vida a quienes deben trasladarse largas distancias para acudir a sus lugares de trabajo.
Marcela Abedrapo.